¡¡FANTASTICO!! Así es como Luis y Vero describen esta experiencia, además de breve, gratificante, maravillosa, libre, repetible, recomendable…jejejej así es, les gustó un montón este viaje. Lo único negativo, que sólo duró un mes. ¡¡Allá vamos!! Vero dejaba escrito en su diario el dia 5 de julio de 2010, mucho más optimista que el pasado año. Lo que no sabía es que el viajecito que emprendían les iba a gustar tanto que sería un trampolín para la gran aventura en la que se embarcarían posteriormente.
Decidieron ir a Suiza, al estilo clásico, desde casa, sin prisa pero sin pausa, y no salió nada mal. El resultado fueron 15 ciclando para llegar a unos 100 km por dia, y un bosque con árboles gigantes que les recibía a su llegada a Suiza. Hay que decir que Suiza, es una maravilla por su belleza natural, pero Francia, es un país que consiguió dejarles con la boca abierta muchas veces.
En esta ocasión, decidieron llevarse la tienda de campaña, que les vino muy bien puesto que siempre ciclaron por paisaje alpino y acamparon en zonas verdes, además de que el intenso rocío y las lluvias habrían sido un mal compañero de viaje si no hubieran estado a cubierto.
El camino tuvo etapas de subidas muy fuertes ya que abundaban los altos puertos, que luego habitualmente, te recompensaban con bajadas larguísimas de muchos kilómetros regalados y regados de preciosos paisajes verdes, enormes valles y con pequeños pueblecitos donde poder parar a comprar delicioso pan artesano y leche.
Hasta la frontera francesa, pasaron mucho calor, teniendo incluso que bajar de la bici en alguna ocasión por la zona de Ardisa, Las Pedrosas, Ayerbe, Biescas…oh, la pendiente que hay tras pasar Biescas es memorable a las 19:00 de la tarde. El Portalet, último puerto antes de llegar a Francia, último esfuerzo y ¡¡voila!! Vero tenía hasta ampollas en la cabeza de tanto calor y sol pegando sobre ellos.
La gran sorpresa del viaje, el calor que hace al pasar la frontera!!Que se puede paliar con descansos, agua, chapuzones debajo de fuentes y queso fresquito francés. La alegría de los chaparrones bien avenidos hacían que ciclar fuese demasiado incómodo y se aprovechaban para descansar el pompis dolorido debajo de cualquier refugio.
Entre tanto España jugaba el mundial, y sin que Luis y Vero lo supieran, habían ganado. Se encargó de contárselo una abuela francesa muy marchosa en la puerta de un supermercado, haciendo alegres aspavientos y cantando el himno del Madrid…
Amables abuelas que nos regalaban zumo de tomate, abejas asesinas, tranquilos pastos, buena gente, comida a precio asequible en Francia y todo lo contrario en Suiza es lo que vais a encontrar si os aventuráis a repetirlo.
Fin
